El interminable “tapón” de la capital no se resolverá solo con la inauguración de más elevados o túneles. La verdadera solución requiere una reingeniería profunda del transporte público y un cambio cultural. Es necesario fomentar el uso de autobuses modernos y rutas interconectadas, restringir el acceso vehicular en horas pico en el centro de la ciudad y educar a los conductores sobre el respeto a las leyes de tránsito. Mientras el transporte público sea ineficiente, todos preferirán usar sus vehículos, perpetuando el problema.